Muchas parejas, cuando esperan un bebé, suspenden parcial o totalmente las relaciones sexuales porque sienten inquietud y desconfianza. La presencia de mitos y prejuicios suele ser la causa que subyace con más frecuencia a la suspensión parcial o total de las relaciones sexuales.
La educación recibida, las experiencias sexuales vividas, las expectativas, ansiedades, falsas creencias y miedos distancian y postergan el encuentro sexual. Algo que, con el tiempo, genera insatisfacción, enojos y rencores. Los roles de género, o sea, cómo debe comportarse una mujer y cómo debe hacerlo un varón, instalan posiciones fijas e inequitativas en cuanto al ejercicio de la sexualidad y las necesidades emocionales de cada persona.
Durante los meses que transcurre el embarazo la mujer se enfrenta a un gran número de cambios, tanto físicos como emocionales. Los físicos son generalmente visibles. Los emocionales a veces confunden, se los adjudica a otras razones y, peor aún, se los calla.
Las consultas con el/la obstetra son frecuentes para controlar la salud de la mamá y el bebé. Allí se abordan cuestiones más físicas que emocionales. Muchas parejas sienten pudor de realizar preguntas sobre sexo y callan. En el mejor de los casos, hablan con amigos, familiares o buscan en Internet las respuestas tan ansiadas que, aunque bien intencionadas, muchas veces no son las adecuadas.
Cada persona vivirá el embarazo a su manera. Aún cuando el hijo fue buscado y deseado, las ansiedades, temores y culpas surgen en algún momento. En la consulta, escucho muchas veces estos testimonios por lo cual se hace necesario esclarecer con sencillez las dudas que tienen las personas.
¿Podemos hacerle daño al bebé al tener relaciones sexuales o desencadenar el parto antes de tiempo?
¿Se dará cuenta de lo que estamos haciendo?
¿Por qué siento menos ganas?
Siento vergüenza al tener relaciones y verme la panza. Me siento gorda y fea. Me da miedo que él se busque a otra.
Desde qué quedó embarazada que no he podido sostener la erección y a veces eyaculo rápidamente.
Ella está tan abocada al cuidado del bebé que me siento absolutamente desplazado. Desde el nacimiento no volvimos a tener relaciones, ella dice que le duele
Algunas cuestiones a tener en cuenta son:
- Durante el embarazo y el puerperio pueden presentarse disfunciones sexuales momentáneas. Abordarlas y resolverlas a tiempo posibilita la salud sexual presente y futura.
- El conocimiento de los métodos anticonceptivos para el puerperio y la lactancia permite que la pareja retome las relaciones sexuales sin temor a un nuevo embarazo que podría afectar la salud de la mamá y del futuro bebé. El recién nacido estará “agradecido” de contar con la atención y el apego de su mamá que necesita tanto en sus primeros años de vida.
- El estado anímico de los padres y el vínculo amoroso entre ellos serán garantías para el crecimiento y bienestar del bebé. ¿Qué mejor modelo que ver y sentir a sus padres felices?
- Todas las personas tienen derecho a tener relaciones sexuales y a buscar en ellas placer. Este es un derecho humano y, como tal, debe ser respetado y cuidado.
- Sostener los encuentros sexuales placenteros y gratificantes afianza el vínculo amoroso, aporta beneficios emocionales y físicos y asegura un futuro prometedor para la pareja. Sus hijos agradecerán ver a sus padres felices, sin rencores ni distancias afectivas y tendrán un modelo de identificación de donde partir para establecer nuevos vínculos.
Es muy importante para la mujer, conservar su capacidad erótica y orgásmica. La primera, contribuye a mejorar su autoestima (más allá de los cambios) y la armonía conyugal; y la segunda, ayuda a mantener la elasticidad y la flexibilidad de los músculos pélvicos, tan necesarias para el parto.
Sólo en ciertos casos, y según recomendación médica, pueden llegar a suspenderse temporalmente (por ejemplo, por pérdidas) o por períodos más prolongados (en amenazas de partos prematuros). Inclusive existen casos donde las mismas son suspendidas por todo el embarazo, como rotura prematura de bolsa, pero estos casos son la excepción y no la regla: en el embarazo se pueden mantener relaciones sin inconvenientes.
Las mejores posiciones durante el embarazo
Si bien las posturas y frecuencia de las relaciones dependerán de cada pareja, se pueden seguir algunas recomendaciones a la hora de elegir: es preferible que sea la mujer quien controle el ritmo y la intensidad del encuentro; hay que evitar las penetraciones bruscas y –cuando el embarazo está avanzado– optar por las laterales y posteriores.
El cuerpo de la futura madre debe permanecer siempre cómodo y relajado, sin realizar movimientos o posturas que la hagan perder el equilibrio o correr el riesgo de golpearse. Está contraindicado que el peso del varón se deposite sobre el abdomen de la mujer o sobre su pecho, dificultando su respiración.
Él arriba, ella abajo.
La postura más tradicional para hacer el amor puede mantenerse en el primer tramo del embarazo, pero se hará más incómoda a medida que pasen los meses. Entonces, el hombre tendrá que sostener su peso con los brazos a ambos lados de su pareja, para evitar la presión sobre el bebé.
Al borde de la cama.
Para evitar que el peso del hombre aplaste la panza, la mujer puede colocarse boca arriba con la cola justo al borde de la cama. Él, parado o arrodillado adelante, sosteniendo las piernas de su mujer. La penetración se logra con facilidad, incluso cuando la panza es prominente.
Los dos de lado.
Se trata de la famosa “cucharita”. Es una cómoda postura para el último tramo del embarazo. Permite una penetración suave, con él recostado detrás de ella y ambos en posición fetal. La panza, en tanto, reposa sobre la cama sin recibir presión. Las manos libres invitan a las caricias.
Sobre una silla.
El varón puede sentarse y apoyarse en el respaldo, mientras su compañera se sienta encima. Al principio, pueden estar cara a cara. Con el correr de los meses, se impondrá un cambio: ella se sentará de espaldas a él, para poder controlar el ritmo, la intensidad de la penetración y mantener la panza sin presiones.
Ella arriba.
Él se recuesta boca arriba y ella se sienta encima, mirándolo de frente. Esta postura será algo menos cómoda en el último tramo de la gestación, y puede resultar un poco cansadora para las piernas, por lo que se sugiere no mantener la misma postura por largo tiempo.
En cuatro patas.
Una vez que la panza es prominente, el “perrito” es una de las opciones más placenteras. La mujer se coloca en cuatro patas, con las piernas levemente abiertas, y su compañero se ubica detrás. Otra opción, los dos de rodillas pero con los torsos levantados, apoyando los brazos sobre la cama o el sofá.
Pero la realidad es que, pese a que mantener relaciones sexuales no ayuda a adelantar el parto, puede ser recomendable para aliviar tensiones, tranquilizar por ende al bebé e ir a dar a luz más relajada.
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